Cándido visita El Dorado donde Cacambo traducía las frases ingeniosas del rey… ¡y aún traducidas parecían ingeniosas! (¡Zasca, en toda la boca!). Pasa por la Guayana holandesa, donde toma otro criado, Martin, que es maniqueo. En la travesía del Atlántico, Cándido se pregunta: "¿Pero con qué fin se creó el mundo?" y Martín responde: "¡Para hacernos rabiar!". Se detiene en París y sus incultos salones cultos, en Venecia descubre las miserias que esconden las alegres máscaras del Carnaval y en Turquia por fin se reune con su amada Cunegunda y descubre que se pueden tener las ideas que se quieran… "pero hemos de cultivar nuestro huerto."
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