Hay una historia que es contada en las oscuras gritas del abismo. Acerca de un jinete vestido de acero y goma ardiente, cabalgando a toda velocidad en las vastas y negras planicies mas allá de Acheron y Styx, que tortura el motor de su cabalgadura, que se estremece y parece gritar con cada caballo de potencia y con cada estuendoso y bombeante pistón... cabalgando por su alma. Cada noche viene a por él lo peor del infierno: los caminantes nocturnos y las llamas negras, los destripadores y la caballería aerea, los ladrones de úteros. Como un enjambre, como una tormenta de pus blanca. El clan del resplandor y la banda de los nueve. Los reyes despedazadores y la burguesía astada, en sus barcas hechas de piel. La enfermedad le persigue y le da caza en tierras baldias, desde el cuello de Judas hasta la inundada masada... si las atraviesa, será libre. Y cada noche... le vuelven a arrastrar abajo. Le desgarras y le destripan, le rajan y le cortan, le machacan y le destrozan, le violan y le condendan hasta que no queda nada salvo su alma, le castigan por sus pecados. Y cuando amanece, lo vuelven a reconstruir, y todo vuelve a comenzar otra vez.
